domingo, 5 de octubre de 2008

Ventanas

Las ventanas son el elemento principal de una casa. Yo las consideraría como el factor más importante a la hora de elegir el lugar donde quiero vivir. Y ahí está la razón de ser de mis principios, un lugar que me permita la vida que quiero disfrutar.

A través de la ventana disfrutamos de sonidos, colores, olores, aires matinales, primaverales, sabáticos o invernales. Otros las valoran por su capacidad para abrir las estancias a la luz. La luz es algo impersonal que se enriquece con los colores que capta en el exterior.

Una de las primeras cosas que hacemos cada mañana es abrir al menos una ventana al mundo. Y lo que vemos fuera es ese mundo en el que vamos a pasar irremediablemente el resto de nuestra jornada. Esa ventana debe regalarnos el mundo en el que cada cual desea vivir. Unos desearán el tumulto, la vida sin pausa, el bullicio, la actividad, el calor del asfalto. Otros buscamos que el mundo despierte para nosotros, no que el mundo nos despierte y nos provoque resaca.

Un mundo que despierta, que amanece, reverdece en el horizonte, se refleja en la piedra y canta tímidamente para aquel que escucha. Un mundo que en sus horas más tempranas permite a los pájaros anunciar el clarear del día. Un mundo que lava sus fachadas, que reverdece los campos con la lluvia, que nos regala días de reflexión y melancolía. Un mundo que te entrega el tiempo, que te muestra el infinito, que demuestra lo relativo del paso de las horas. Una hora no dura sesenta minutos. Horas que duren lo que nosotros queramos que duren.

Un mundo lleno de vida. Un mundo para disfrutar de otras vidas. Un mundo que no se rija por nuestra creación. Una creación que empalidece ante la verdadera creación. Una creación que nos ha convertido en esclavos.

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