sábado, 29 de marzo de 2008

Si no fuera por ti, HBO

Mirar, desear y obtener. Poseer lo que te entra por los ojos, satisfacción inmediata, saber que el anhelado objeto que te venden en el escaparate lo vas a disfrutar inmediatamente en tu casa. Como un niño rico y caprichoso, sin necesidad de consultar y evaluar el precio. Es la bendita relación que puedo establecer desde hace mucho tiempo con los libros, los discos y las películas (nunca me acostumbraré a llamar a las cosas maravillosas por su nombre moderno, a lo de compactos y DVD, a esa prosaica definición de la magia), pero si mi economía sólo me permitiera subsistir, dar de comer a mi cuerpo y disponer de un techo, no dudaría en robar lo que alimenta mi alma. La desolada queja de Mallarmé: "La carne es triste, por desgracia, y yo he leído todos los libros", rebosa lucidez, pero todo resulta menos sombrío si tienes a mano todas las películas que amas, si dispones de las mejores drogas para cada estado de ánimo.

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Carlos Boyero
Publicado en Babelia (El País) 29 - 3 - 2008

miércoles, 26 de marzo de 2008

El hombre de hielo

Leyendo uno de los relatos de Haruki Murakami me he dado cuenta de que yo también soy un hombre de hielo.

Como cualquier otro hombre de hielo no tengo pasado, el futuro carece de interés y el presente se desdibuja según avanzan las horas de la jornada. La relación del hombre de hielo con el tiempo suele ser de reconocimiento por un lado y de ignorancia mutua por el otro.

Los hombres de hielo ni sienten ni padecen. Hasta hace bien poco yo me creía un ser sensible y lleno de empatía hacia el prójimo pero hoy lo dudo. Mis sentimientos son causa externa y no van mucho más allá que la pura percepción. La música, la literatura, el arte, me conmueven pero hoy dudo de que por eso mismo pueda afirmar que soy un ser sensible o que simplemente tiene sentimientos. Es más, al darme cuenta de que todos mis sentimientos son obras de otros me he decidido a proclamar mi insensibilidad al mundo.

Aparte estarían mis propias creaciones fruto de mis delirios febriles. Un ser que delira sin la necesidad del consumo de psicotrópicos tampoco significa que sienta.

Si los hombres de hielo tampoco padecen son incapaces de sentir empatía. Somos seres antipáticos, apáticos, sociópatas, psicóticos ... Para qué continuar, lo mejor de la sociedad.

martes, 11 de marzo de 2008

Fraude

Los días más dolorosos son aquellos en que uno siente que vive rodeado por un gran fraude. Defraudado, sin consuelo, desesperanzado, incluso avergonzado. Sin rumbo.

Desconfiado me pongo las lentes debidamente graduadas para observar los comportamientos y valores de mis compañeros de especie. Pecando de inocente me doy cuenta de que no es el talento, el genio, la honradez y el sentimiento lo que hace que la rueda gire. Es la mezquindad, la mediocridad, la grosería, la ambición, la mentira (más o menos disfrazada u oropelada), la lujuria (superficialmente seguimos valorando la belleza embobada y embobante, vacía y sin sentido). Valores adolescentes y maduros, todos pecamos y sufrimos de "edad del pavo".

De este modo seguimos aquí, donde estamos. Y así nos espera el futuro. El que siembra recoge. Si se siembra mediocridad se recoge mediocridad. Si aplaudimos la grosería nuestros descendientes serán groseros. La ambición en un mundo mediocre lo único que cosecha son malas hierbas. Pan para hoy, hambre para mañana.

Sí, lo sé. Sé que hay gente que tiene talento y otra que lo valora. Sé que hay gente honrada. Sé que el mal gusto no solo a mí exaspera. Lo sé. Días así no me consuelan las especies en vías de extinción.

martes, 4 de marzo de 2008

Tiempo

El inevitable paso del tiempo, causante del dolor más agudo para nuestra especie, fuente de desesperanza y de hastío, camina ciegamente, siempre adelante, acercándonos cada vez más al fin.

Lo ignoramos cuanto podemos, creemos atraparlo en un reloj pero aún desde allí ejerce su increible poder sobre nosotros. Solo cuando nos damos cuenta de que somos seres caducos nos ocupamos de él. Pero aún entonces lo pensamos, perdemos siempre, gastamos el tiempo, desgastamos vida.

Los dueños del tiempo, de nuestro tiempo, titiriteros y empresarios del gran espectáculo de la vida, nos poseen atados, sin posibilidad de escape, grilletes esféricos, tic tac. Tras el reparador sueño nosotros mismos nos encadenamos, nos convertimos en nuestros propios carceleros.

El tiempo nos consume. Tiempo de consumo manipulado, cronometrado, publicitado, ...

No somos dueños de nuestro tiempo. Nuestros días están llenos de horas en las que pertenecemos a otros. Nos hemos perdido. Hemos renunciado a nosotros mismos. No quiero que el tiempo me pertenezca. No le declaro la guerra al tiempo. Pero quiero saber quién soy, quiero poder ser yo mismo.

Sólo yo puedo vivir mi vida. No puedo vivir la vida de los demás porque no me pertenece.

Tampoco la mía me pertenece.